La política prohibicionista en lo que concierne a las drogas ilegales cuesta unos cien billones de dólares anuales, con el objetivo de eliminar su uso, distribución y producción. Se ha evidenciado en los últimos años que este enfoque represivo no solo no alcanza sus metas, sino que además produce graves daños colaterales.
En contraposición a este modelo hegemónico, el planteamiento de reducción de daños y riesgos, plantea y alumbra realidades incómodas que pueden desmontar las estructuras de doble moral que se yerguen alrededor del consumo de drogas ilegales y legales. Paralelamente, aportaciones como las de la antropología ponen en cuestión lo que entendemos como consumo problemático de drogas, y permiten comprender la naturaleza de este comportamiento que suele etiquetarse como patológico y está socialmente estigmatizado.